Deberías haberte ido para siempre
felina de los ojos nebulosos y profundos,
hendiduras de infierno.
Degustaste el sabor amargo
de las abstracciones mentales
de cada ser del universo.
Deberías haberte ido para siempre
señora del caos
diosa tutelar del opresor,
madre de los siniestros,
amadora sumisa,
recolectora de simiente
de ascuas perdidas,
promotora del sufrimiento y la condena.
Deberías haber devuelto la originalidad al canto,
la ternura al fuego,
la sonrisa a la faz de la tierra.
Nunca renunciaste a tu orgullo de musa,
permaneciste callada
escondida entre la escoria de las estrellas,
usurpando los ojos del universo,
expandiendote.
Deberías haberte ido para siempre
amada permanente,
poseedora del capricho,
pero te quedaste para verme desangrar
mientras permanezco en el lado obtuso de la historia.
Deberías haberte ido para siempre
pensamiento rencoroso,
tumba de los muertos.
